Deporte

Kilian se da un homenaje ante el Torrelavega para que Cuenca juegue su primera fase final de Copa (33-28)

El Liberbank Cuenca cruzó una nueva frontera en su singladura por el balonmano español y por primera vez en su historia jugará una fase final de la Copa del Rey. La afición conquense, acostumbrada a ver a su equipo cruzar las metas exhausto, con la camiseta hecha jirones y empapado en sudor, se encontró en esta ocasión con una entrada a la Final8 triunfal, a lomos de un corcel blanco y con apenas barro en las botas. Los conquenses vencieron por 33-28 a un Torrelavega digno pero indefenso ante el conjunto de Asobal, al que le bastó apretar el acelerador en algunos tramos de partido para sentenciar la eliminatoria.

Los seis goles de ventaja  que el Cuenca llevaba del partido de ida sirvieron para que la vuelta fuera menos emocionante que un documental sobre el aparato digestivo de los erizos de mar. Afortunadamente la exhibición de Kilian Ramírez bajo palos condimentó una velada sosa El Sargal. Más de una veintena de paradas firmó el extraordinario guardameta canario, que juega todos los partidos con la misma intensidad que juegan los escolares en el patio del colegio. Se estrellaron los de Cantabria una y otra vez contra el portero del Cuenca, que se encargó de liquidar las opciones visitantes de pasar de ronda.

En ningún momento pareció peligrar la clasificación conquense, ni siquiera cuando los de Lidio Jiménez iban perdiendo de cuatro goles tras veinte minutos lamentables. El Torrelavega defendía con un 5-1 que se convirtió en una molestia inesperada e irritante, como un espectador que mira su móvil constantemente en el cine. Además le faltaba intensidad a los conquenses, porque Río no conseguía imprimir velocidad a la circulación del balón y Eskericic deambulaba por el terreno de juego más desorientado que un turista buscando las Casas Colgadas por el barrio de Los Tiradores.

La paradas de Kilian y los goles de Thiago Alves, que se toma tan en serio todos los partidos que tiene que haber algo de sangre alemana en sus raíces canarias, sirvieron para recomponer al Liberbank Cuenca antes de que llegara el descanso. El empate valía de sobra para ratificar la clasificación pero había algo de mosqueo en la siempre exigente grada de El Sargal, a la que no le gusta ver a sus chicos sesteando.

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Fuente: Voces de Cuenca.