¿Quién cuida la salud mental de los agricultores? El suicidio en el campo, una realidad sin cifras en España
La salud mental ha dejado de ser un tema tabú para ocupar un lugar prioritario en el debate social. En el sector agrícola, sin embargo, sigue siendo una realidad invisible, pese a los elevados niveles de estrés, soledad y presión laboral que enfrentan muchos trabajadores del campo. El reciente suicidio de David Lafoz, un joven agricultor de 27 años de Belchite (Zaragoza), que se quitó la vida tras denunciar en redes sociales que “no aguantaba trabajar 18 horas para no vivir”, ha estremecido la comunidad rural y vuelto a poner el foco sobre un problema silenciado.
Un informe de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (EU‑OSHA) alerta ahora sobre el aumento de suicidios en el entorno rural europeo, junto a los factores de riesgo asociados. Mientras tanto, en España, a pesar de la creciente preocupación social, seguimos sin datos oficiales que reflejen la dimensión real del problema.
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El informe “Mental health in agriculture: preventing and managing psychosocial risks for farmers and farm workers”, publicado por la EU‑OSHA a inicios de este año, recoge evidencias alarmantes sobre el impacto psicológico del trabajo agrícola en Europa.
Entre los factores de riesgo más destacados figuran la presión económica, la estacionalidad, la incertidumbre meteorológica, la soledad, el acceso a medios letales como pesticidas y armas de fuego, la falta de servicios accesibles en zonas rurales y el hecho de que, en muchos casos, los agricultores no buscan ayuda debido al estigma cultural. Según el informe, los agricultores tienen un riesgo de suicidio hasta un 20 % superior al del resto de profesiones.
Datos clave por países
- En Francia, se produce un suicidio en el sector agrícola cada dos días.
- En Finlandia, el 55 % de los agricultores reconoce niveles altos de estrés laboral.
- En Eslovenia, en 2016, se registraron 57 suicidios por cada 100.000 trabajadores agrícolas.
- En Irlanda, una encuesta reveló que el 20 % de los agricultores tenía pensamientos suicidas en el último año.
Estos datos muestran una tendencia clara: la actividad agrícola implica una exposición continua a factores que afectan a la salud mental y que, en muchos casos, no están debidamente atendidos.
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¿Y en España?
El informe señala expresamente la ausencia de estudios estadísticos específicos en España. Pese a ser uno de los países con mayor superficie agrícola de Europa y con una población rural significativa, no existen cifras oficiales sobre la prevalencia de trastornos mentales o suicidios en el ámbito agrario español.
Este vacío informativo ya había sido señalado en el artículo científico encontrado en SciELO España (Scientific Electronic Library Online) del 2018, donde se advertía que España no contaba con investigaciones específicas sobre suicidios en trabajadores agrícolas, forestales o pesqueros, a diferencia de otros países europeos.
El caso de David Lafoz pone rostro a una realidad que hasta ahora apenas se visibilizaba. Su muerte refleja el agotamiento físico, emocional y la falta de apoyo institucional que denuncian muchos agricultores en España. Su mensaje de despedida —“no aguantaba trabajar 18 horas para no vivir”— se ha convertido en símbolo de una crisis que exige ser abordada con urgencia.
Por qué importa en Castilla-La Mancha
Castilla-La Mancha es una de las regiones con mayor número de explotaciones agrarias y fuerte peso del empleo en el sector primario. Aunque no existen cifras provinciales, la situación en Cuenca y el resto de provincias podría estar reflejando los mismos problemas detectados en países vecinos. Sin datos ni estudios, no se pueden diseñar políticas públicas efectivas para prevenir situaciones extremas.
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A medida que el debate sobre la salud mental gana visibilidad en la sociedad, se hace urgente incluir al mundo rural en esta conversación. Conocer la magnitud del problema en España es un primer paso imprescindible.
El informe de la EU‑OSHA plantea una llamada de atención clara: cuidar la salud mental en el campo es tan importante como garantizar la seguridad física. En países como España, donde aún no se ha hecho un diagnóstico oficial, urge impulsar investigaciones y programas de prevención específicos para el entorno rural. El silencio estadístico no puede seguir ocultando una realidad que ya se ha convertido en una prioridad en Europa.